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Barcelona 3 de noviembre 2023
Querida Abuela:
¿Qué tal estas? ¿Cómo te has sentido hoy?
Hoy ha sido uno de esos días en que me siento afortunada del camino. En el que puedo mirar hacia atrás y poner en valor cada decisión tomada hasta hoy. Sin ánimo de arrepentirme de alguno suceso que en retrospectiva y con cabeza fría, pudiesen haberse resuelto mejor de cómo lo hice en ese momento. Acepto todo lo vivido.
Pensar en ti abuela, me transporta inmediatamente a mi pasado y a mi historia. No es preciso pararme en este ahora, sino considerase la fuerza que tu vida ha significado en la mía y agradecer la fortuna de poder llamarte cada tanto para compartirnos sonrisas. Qué suerte encontrarnos en la virtualidad, esa posibilidad de llamar una a la otra y vernos, en ese espacio que parece real y cercano. ¡Qué suerte de vivir en esta época! … ¡Y que suerte tengo yo de que puedas leer esta carta que hoy te escribo!
Recuerdo que al ser niña, ir a tu casa significaba tranquilidad y refugio, la calidez más sincera que puedo recordar tener en aquella época de infancia. Las tardes se convertían en momentos mágicos de un día que no quería que acabara nunca. Las casas de las abuelas deberían ser declaradas como centros de protección para el alma o al menos así lo veía la niña que en ese entonces, ponía su cabeza en tus faldas esperando que tus manos suaves tocaran su cabello, deteniéndolo todo, ahuyentando miedos, limpiando mis pensamientos.
Esa casa, la esquinera blanca frente al parque, se convirtió en el espacio de un juego infinito que cada día se cerraba cuando tenía que regresar con mi madre, ir al colegio, o… ¿crecer?. Café con pan de tiritas a las 5 de la tarde. Agua dulce en la nevera para saciar la sed. Huevo frito con arroz si me daba hambre, ruana de oveja si sentía frío. Uvas chilenas en la nevera. Papaya partida antes del almuerzo. Jugo de Lulo, mi favorito. El cuarto, lleno de juguetes.
Abuela, debo confesar que muchas veces quise volver a esos días y a esa casa, esos días donde no tomaba tantas decisiones, donde esperaba que la vida me llevase, donde la burbuja que tú y mi madre habían inflado para mi parecía ser suficiente para no ver más allá de un perfecto mundo. Pero abuela, resulté más rebelde de lo que esperábamos, lo que había fuera de la burbuja llamó más mi atención… y aquí voy, tomando el camino largo.
No sé si has escuchado eso que dicen que somos en conjunto, información guardada de quienes nos han antecedido. Dicen que el universo es tan sabio y poderoso, que se guarda y codifica a cada persona. Como quien dice que tengo algo tuyo y de nuestras antecesoras, más allá de los genes por supuesto. Dicen también que somos como constelaciones y aunque de esto no sepa mucho, me gusta la idea de imaginar que no es aleatoria la condición de haber nacido donde nací, con la familia que me tocó como guardiana.
Dicen también que esta carga, que muchas veces se manifiesta en diversas etapas de nuestra vida, condiciona las formas en que actuamos y pensamos, en las que somos para el mundo, una personalidad más vieja que nueva, ser papel en blanco de un montón de historias ya escritas. La diferencia entre ser una niña inconsciente y una mujer presente, se ha basado en poder cuestionar lo que me pertenece, lo que quiero y todas aquellas cosas que siento no son más que maletitas sueltas de un equipaje generacional que ya no me pertenece.
Si lo veo así, no es aleatoria tampoco la decisión de haber emprendido un camino lejos, quizás sea difícil de entender cómo se combina la distancia de los afectos y la búsqueda de la felicidad, sin parecer por su puesto una persona egoísta, invadida de culpas inexistentes y de frustraciones. Si abuela, estar lejos esta lleno frustraciones.
Irme quizás fue la decisión más difícil y trascendental con la que aún tengo que vivir, saberme lejos del clan, lejos de lo conocido, de esa casa blanca esquinera donde siempre había agua dulce, pan y café. Irme lejos ha significado mi propia conquista, verme sola ante la duda, cargar lo necesario para moverme rápido, cuestionarme y cuestionar; y a su vez, construirme con nuevos afectos, empezar mi propio clan.
Irme es volver cada tanto a tu casa y querer que el tiempo se suspenda. Verte de nuevo y entenderte diferente a como cuando era niña, escucharte como mujer y como luchadora aún más fuerte de lo que te imaginas. Como te admiro abuela, como admiro a esa mujer que nació y creció en tiempos donde todo era más complicado, donde ser lo que quisieras ser, era un sueño incumplido desde la gestación de la idea. Donde no podías cuestionarte tan fácilmente la vida, decidir qué maletas cargar, irte lejos.
…
¡Gracias por todo abuela!
Te veo pronto ,
te abrazo siempre.
Mi amor contigo.
Lola
Posdata:
Las flores siempre hay que regalarlas en vida. Espero que te hayan gustado las flores que elegí para ti.
,❣️